Quizás seas de hielo,
riguroso templante,
pero solo rozarte
me derrite si no me quemo.
Tus ojos avellana,
que mimosos me miran,
cambian cada mañana
y los pierdes si te descuidas.
Tu caminas despacio,
¿Tiempo? no te domina.
Necesitas espacio
pues tiembla allá donde pisas.
Tus ojos color ámbar
observan en silencio.
Cambian cada mañana
poder verlos no tiene precio.